jueves, 18 de marzo de 2010

Cuidado con los datos...

Soy una persona inquieta y por mi propia naturaleza no me creo lo primero que me dicen, sino que suelo caer en el escepticismo y desconfiar de los datos que me rodean. Digo esto porque tengo un gadget, o como se llame, en el sidebar (siempre rodeados de anglicismos) en el que aparecen efemérides de tal día como hoy, y no he podido evitar fijarme en una gran errata en cuanto a fechas, pues, según la tabla, Cayo Julio César Augusto Germánico, "Calígula" para los amigos, fue nombrado emperador en el año 2037... Teniendo en cuenta que aún falta veintisiete años para alcanzar esa fecha no hay duda de que es un gran disparate.

Es un error que desde aquí no puedo rectificar, pues no soy yo quien escribe en ese cuadro. Lo que sí puedo hacer es llamaros la atención en todo lo que a datos se refiere, y esto lo sé muy bien por experiencia propia. No os dejéis engañar por lo primero que os digan.

Yo siempre he defendido que la sabiduría está en los libros que leemos y los que no leemos, pero hace unos años alguien me dijo "¡Cuidado!", pues los libros también nos engañan. Es por esto que os quiero contar dos casos concretos.

El primero me ocurrió hace unos años, en una asignatura de la universidad donde estábamos tratando la historia de Grecia, país que de siempre me ha encantado y que, por cierto, después de esperar catorce años para viajar al país de la cuna de la civilización me encontré con que fuera de la Acrópolis todo lo demás era justamente lo opuesto a lo que uno espera hallar. El caso es que quien me conoce bien sabe que regalarme un libro que trate sobre el territorio heleno es un acierto seguro, hasta que me regalaron el típico libro llamado "Historia de la Grecia Antigua", escrito por alguien "extranjero" (prefiero omitir el nombre), en cuya portada aparece la estatua broncínea de Posidón. Es el típico libro que se ve en cualquier feria del libro, cuyas páginas gruesas y amarillentas infunden respeto por el grosor que le proporcionan al libro. Yo estaba tan feliz con mi libro que pensé que me ayudaría a estudiar dicha asignatura y prepararme mejor el examen, hasta que, comparando mis apuntes con lo que ese autor apuntaba en sus páginas, comprobé que no coincidían fechas ni escenificaciones. En mi asombro, y siguiendo esa inquietud que heredé de mi padre, me dirigí al despacho de mi profesor para comentarle el caso, libro en mano, y mostrarle las diferencias que había entre lo que él impartía en clase y lo que esos textos exponían. Mi profesor no pudo evitar reírse, y yo seguía sin saber qué pasaba, pero lo que me contó no hizo más que agrandar mi asombro: resulta que ese nombre forastero es un pseudónimo de un estudiante de historia español que, tras varios intentos de que le publicasen algo, porque, al parecer, no terminaban de aprobarle los estudios que realizaba sobre el tema, se publicó él mismo sus afanes, se hizo llamar de otra manera y, no sólo eso, sino que los otros libros de la colección (historia de Roma, historia de Egipto, etc.), con otros nombres, y también extranjeros, los ha publicado él mismo. ¿Sorprendidos? Pues esto es algo muy corriente, que alguien, desesperado por que le publiquen cualquier cosa, es capaz de pagar para que se lo publiquen, y así ocurre con muchos libros.

Tengo, por otro lado, un libro de la Eneida, de Virgilio, también obsequio de un cumpleaños, que, al leer sus páginas, me resultaba algo extraño, y no sabía por qué; cogí el texto
original en latín y pude comprobar con mis propios ojos que el traductor se había saltado los versos más complicados, es decir, no quiso escudriñar por más tiempo el significado de lo que el poeta latino deseaba transmitir en esos hermosos versos que el traductor, directamente, se los saltó, como si no pasara nada. Cierta es la sentencia italiana que dice aquello de traduttore, traditore ("traductor, traidor"), pues nunca se podrá traducir de una lengua a otra al pie de la letra (nunca mejor dicho) lo que el autor, en su lengua original, expresa o desea expresar, pero lo de saltarse líneas y dejárselas sin traducir ya es pasarse.

El truco está en informarse de quién escribe. Si nos fijamos, hay libros en cuya contraportada hablan un poco del autor, sus escritos anteriores, sus estudios, sus dedicaciones, etc. Estos dos libros que he citado, en concreto, no muestran nada referente al autor, y cuando digo "nada" es "ná de ná", y esto es algo que debemos tener siempre en cuenta, para no creernos lo primero que nos dicen.

En cambio, hay otros libros que, aun siendo escritos por autores importantes y reconocidos, tienen algunas pequeñas erratas, como es el caso del "Corazón de Ulises", de Javier Reverte, que es un libro del que ya hablaré más adelante, pero que, aunque perdonables, tiene algunos pequeños errores.

Y esto no sólo ocurre en los libros, sino también en el cine, y en ciertos casos me pareció de lo más indignante. Lástima de dinero que me gasté cuando fui a ver la película de "Troya": yo me leí con nueve años la "Odisea" que, para los muchos que no sabeis esto, lo del caballo de Troya es de este libro, y no de la "Ilíada", libro que también me leí en su momento, y a mí que me diga Wolfgang Petersen, el director de la película, en cuál de esos dos libros, que, según dice, ha leído y ha estudiado mucho sobre el tema, Homero cuenta que Aquiles se introdujo en el caballo de madera... ¡Indignante! Claro, cualquiera que vaya a ver la película dirá: "Ah, pues Aquiles estuvo dentro del caballo de Troya y gracias a él ganaron la guerra!" Nada más lejos de la realidad (dentro de la ficción, por supuesto).

Homero, cuya existencia aún se debate (ya hablaré de esto en otro momento) nos cuenta que Paris Alejandro, el que supuestamente raptó a Helena, mató a Aquiles hiriéndole en su único punto débil, el talón (de ahí que se llame "talón de Aquiles"), pues su madre Tetis lo sujetó de esa articulación cuando lo bañó en el río Estigia para proporcionarle la inmortalidad; con la muerte de este héroe, los griegos tenían la guerra por perdida, hasta que al ingenioso Odiseo (o Ulises, como queráis) se le ocurrió infiltrarse dentro de un gran caballo de madera con los mejores guerreros y dejarlo ante las grandes puertas de Troya como una ofrenda de los dioses, patraña que los troyanos se creyeron, y borrachos tras la fiesta en la que celebraban la falsa victoria se quedaron tan dormidos que, al salir los griegos del caballo, fueron aniquilados por los aqueos. Esto es lo que cuenta Homero, y Aquiles nunca llegó a estar dentro de ese engaño, pues estaba ya en el inframundo.

Y tanto que ha estudiado Petersen a Homero, que me diga también en qué momento de la "Ilíada" (o la "Odisea", si quiere) Menelao muere durante la guerra de Troya, que quisiera yo saber, pues, con quién se vuelve Helena a Esparta, y de dónde nace entonces Hermíone, si, según Petersen, su padre fue asesinado durante la guerra. Y que me explique también Petersen desde cuando Patroclo es primo de Aquiles, pues esto no es otra cosa que ocultar la gran amistad que había entre estos dos combatientes, algo que no encuentra explicación el director de esta película, que dos hombres sean tan grandes amigos sin que les una ningún lazo sanguíneo.

Y lo mismo pasa con la película de "300", que es mucho peor que la de "Troya", empezando por el vestuario, a ver desde cuándo los espartanos, que no perdían el tiempo en aprender a leer siquiera para dedicarlo por completo a la guerra y al ejército, iban a pecho descubierto para combatir, exponiendo más fácilmente así su vida. Y cuyo director, Zack Snyder, dijo aquello de: "Leónidas nunca peleó contra lobos y rinocerontes, pero quedaba bien para la película..." Si nos ponemos así también hubiera quedado mejor que los trescientos espartanos mandaran un sms a Atenas pidiendo refuerzos, y que estos vinieran en un jet cargados de bombas atómicas y destruir de una vez a los numerosos persas que intentaban invadir Grecia, y que luego estos resucitaran con las bolas de dragón y volvieran a pelear para obtener su revancha... ¿Te parece mejor guión éste, Snyder? También esto queda bien; el caso es distorsionar la historia y hacerla más comercial, dejando una idea falsa a los espectadores...

Al final he acabado escribiendo mucho más de lo que me hubiera gustado, pero he querido dejar claro que no es oro todo lo que reluce, que no es cierto casi todo lo que nos quieren transmitir, por lo que desde aquí os animo a que indaguéis y comprobéis todo aquello que os quieren hacer creer, que os aseguréis de que los libros, sobre todo los de consulta, están escritos por expertos reconocidos, y que tengáis en cuenta que no siempre, porque se haya visto la película, ya conocéis la historia, sea de ficción o, más crudo, sea no ficción...

3 comentarios:

  1. Nunca nos podemos fiar. Si queremos realmente saber sobre un tema, tenemos que empezar a mirar varias fuentes y entre estas encontraremos varios puntos divergentes.
    Y de las películas, mejor no hablar, que los directores siempre se toman muchas licencias para hacer que sus películas sean más espectaculares.
    Por cierto, te afilio a mi blog y agradecería que hicieras lo mismo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario, Muga. Cierto que se toman muchísimas licencias en las películas; las dos que he citado son sólo un pequeño ejemplo, por no citar más.

    Y muchas gracias por afiliarme a tu blog; yo te he afiliado a "Café Sakura", tanto tu blog de películas asiáticas como tu web de "Ser friki", que parece interesante... ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Qué razón tienes, Sakura. Uno no se puede fiar de nada, ni de libros, ni de películas, por no hablar de periódicos claramente asociados con ciertos partidos políticos. Y de internet ni hablemos, porque en la wikipedia he leído más de una burrada. Apoyo tu consejo, cuando se quiera saber sobre algo hay que leer mucho y asegurándose de que son de fiar. Y siempre contrastar. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Muchas gracias por participar. ¡Vuelve pronto!