En la antigua Roma hubo tres emperadores que, por su mente enfermiza, creyeron ser los propios dioses o héroes en los que creían. Lucio Aurelio Cómodo Antonino, más conocido como Cómodo (sobre todo en la película de Gladiator), hijo de Marco Aurelio el estoico, era un apasionado de los juegos celebrados en el Coliseo entre gladiadores y bestias, en los que él mismo participaba al creerse el mismísimo Hércules.
Antes que él hubo dos emperadores que se creyeron los mismos dioses: Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido por el apodo de Calígula, creyó ser el mismísimo Júpiter, sembrando el terror entre sus familiares, la guardia pretoriana y el pueblo romano. Mantuvo relaciones incestuosas con sus hermanas; Graves cuenta que a una de ellas, Drusilla, la dejó embarazada y rajó el vientre de la encinta para sacar al feto y, tal como hizo Cronos, comerse a su hijo.
Por último tenemos al más loco entre los locos, además de ser uno de los personajes más crueles de la historia universal, Nerón Claudio César Augusto Germánico, más célebre como Nerón y por su "pasión" por el fuego, ya que incendió toda Roma con tal de que reformasen el palacio imperial. Éste se creía el dios de la música, Apolo, y participaba en todos los certámenes musicales de la época, donde ningún jurado se atrevía a reconocer delante de él su ineptitud para el canto y la poesía en general, pues equivalía a firmar su sentencia de muerte, y así salía Nerón victorioso de todos los concursos. Cuentan Tácito y Suetonio que este emperador llegó a encerrar a su auditorio durantes varios días para un recital que daba él y al que debían asistir todos cuantos él considerase oportuno, castigando con la muerte a quienes no asistieran o, habiendo asistido, se durmiesen o pusieran mala cara. Varias mujeres dieron a luz dentro de ese recinto, y muchos espectadores se finjieron muertos con tal de que los sacaran de allí. Tiempo después, cuando se conjuró contra él, acabó con su vida cortándose las venas, y sus últimas palabras fueron: "¡Qué gran artista muere conmigo!"
Antes que él hubo dos emperadores que se creyeron los mismos dioses: Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido por el apodo de Calígula, creyó ser el mismísimo Júpiter, sembrando el terror entre sus familiares, la guardia pretoriana y el pueblo romano. Mantuvo relaciones incestuosas con sus hermanas; Graves cuenta que a una de ellas, Drusilla, la dejó embarazada y rajó el vientre de la encinta para sacar al feto y, tal como hizo Cronos, comerse a su hijo.
Por último tenemos al más loco entre los locos, además de ser uno de los personajes más crueles de la historia universal, Nerón Claudio César Augusto Germánico, más célebre como Nerón y por su "pasión" por el fuego, ya que incendió toda Roma con tal de que reformasen el palacio imperial. Éste se creía el dios de la música, Apolo, y participaba en todos los certámenes musicales de la época, donde ningún jurado se atrevía a reconocer delante de él su ineptitud para el canto y la poesía en general, pues equivalía a firmar su sentencia de muerte, y así salía Nerón victorioso de todos los concursos. Cuentan Tácito y Suetonio que este emperador llegó a encerrar a su auditorio durantes varios días para un recital que daba él y al que debían asistir todos cuantos él considerase oportuno, castigando con la muerte a quienes no asistieran o, habiendo asistido, se durmiesen o pusieran mala cara. Varias mujeres dieron a luz dentro de ese recinto, y muchos espectadores se finjieron muertos con tal de que los sacaran de allí. Tiempo después, cuando se conjuró contra él, acabó con su vida cortándose las venas, y sus últimas palabras fueron: "¡Qué gran artista muere conmigo!"
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