Falta de sensibilidad...

Escribo esta entrada a raíz de lo que presencié ayer, pero ya llevaba tiempo viendo situaciones similares, en la televisión o delante de mis narices, y se me ponen los pelos de punta cada vez que veo algo así. Quizá después de leer esta entrada pensaréis que soy muy vulnerable y que me lo tomo todo a pecho, pero cuando se trata del maltrato animal desde luego que no puedo evitarlo, pues a los pobres animalitos no hay quien les defienda, están desamparados ante la ley, y cada día que pasa veo que se les respeta cada vez menos, y a mí se me encoge el corazón cuando presencio escenas de disfrute ante el maltrato animal.

Lo de ayer fue un chaval de unos diez u once años, no más, que no pude más que gritarle "¡Imbécil!" en su cara, ante la pasividad de su madre, que le esperaba para darle el bocadillo: un par de niñas coetáneas llevaban en su regazo y a la fuerza un gato callejero que deseaba escapar como fuera, pero éstas, para evitarlo, le agarraban del rabo y de las patas; cuando el felino consiguió al fin saltar de los brazos de quienes le retenían en contra de su voluntad el chaval que os he mencionado antes cogió con sus manos un buen montón de chinarro y se lo lanzó al pobre gato, llegando a herirle. Éste corrió como alma que lleva el diablo y pudo refugiarse bastante lejos de la zona. Al lanzarle yo mi grito espontáneo el crío reaccionó de la misma manera que con el minino, lanzándome otro puñado de chinarro a la cara. Lo fuerte es que la madre, presenciándolo todo, se limitó a llamarle para darle la merienda y seguir de cháchara con las demás madres...

Algo parecido presencié hace poco, cuando un grupo de adolescentes (tres o cuatro, no lo recuerdo bien), estaban trajinando sobre unos escombros de una antigua casa derribada tiempo ha, y llevaban algo entre las manos que no paraban de lanzar repetidamente con gran fuerza contra el suelo. Me acerqué para saciar mi curiosidad, pues al principio me parecía un trapo viejo, pero no tenía mucho sentido... Más vale que me hubiera quedado atrás, pues lo que estaban arrojando una y otra vez contra los escombros era una pobre paloma, la cual tenían agarrada por las patas, o eso pude intuir, pues el cuerpo estaba prácticamente deformado a causa de las numerosas embestidas, además de desparramar alrededor la poca sangre que pudiera quedarle al difunto animal. Puede que este hatajo de energúmenos se aproveche de que los animales no pueden llamar a un abogado para que les defienda ni acudir a la policía para poner una denuncia, ni tienen un 112 al que llamar para avisar del maltrato que están sufriendo, ni va a venir un agente de policía a detener a uno que goce con la sevicia hacia un indenfenso animal...

No sé qué habrá pasado en este tiempo, pero en mi niñez que alguien de mi edad hiciera algo así era una salvajada, pero hoy en día veo a niños y algún que otro púber, ya en edad de razonar, divirtiéndose a costa del sufrimiento animal, y esto es algo que me espanta. Ya me he llevado mi ración de "justicia" por defender a un pobre animal. ¿Qué será lo siguiente? ¿Llegará el día en que no me atreva a salir a la calle por miedo a que tres tíos corpulentos me cojan y me estampen contra la primera pared que tengan a la mano hasta que no quede de mí más que mis miembros esparcidos por el suelo? ¿A dónde vamos a ir a parar con esta mentalidad que se le está infundiendo a las nuevas generaciones? No sé vosotros, pero yo estoy empezando a estremecerme...