viernes, 14 de mayo de 2010

Al final del tunel siempre hay una luz


A raíz de leer una entrada de Rei-chan en su blog sobre los hikikomori me estuve acordando de un caso cercano a mí, una de mis mejores de amigas y a la que le dedico esta entrada, ya que demostró que, aunque no lo parezca, se puede salir del pozo y que después de cada noche siempre amanece un nuevo día. No voy a decir su verdadero nombre por respeto a su anonimato, por lo que la llamaré Ami (nombre corriente en Japón y empieza como en español "amigo", por poner alguno).

Ami y yo fuimos juntas al colegio y al instituto, pero ya luego en la universidad cada una hizo una carrera distinta, pero no perdimos el contacto y seguíamos viéndonos regularmente. Mis recuerdos con ella siempre han sido buenos, era una chica jovial, risueña, siempre se estaba riendo y vivía muy feliz. Sus padres eran muy cariñosos con ella y le facilitaron mucho su vida, a ella y a sus hermanos. Siempre sacaba notas excelentes, incluso en la universidad sacaba matrículas de honor, aunque llegué a sentir que entre ella y yo había cierta competencia en ese tema, pero nunca tuvimos problemas con ello. Al entrar a la universidad conoció al que sería su novio, un chico encantador y muy bueno con ella, vamos, eran la pareja ideal, y a menudo quedábamos los cuatro (ella con su chico y yo con el mío) para ir a karaokes, cafeterías, cine, jugar al tenis, etc., vamos, que siempre nos salía algún plan para quedar.

Todo hasta aquí perfecto, todo le fue genial... hasta que ocurrió algo insospechado. Ami era una chica muy confiada, muy abierta con la gente y no tenía problemas a la hora de relacionarse con nadie, pero hay gente que es capaz de utilizar todo eso en tu contra para hundirte... Y la hundieron. Le hicieron un maltrato psicológico, llegó a salirse de sus casillas, yo incluso me asusté.

Al principio ella se lo fue cayando todo, por no "aburrir" o "molestar" a nadie con sus penas, ya que ella siempre tenía la apariencia de no tener problemas en su vida (y, de verdad, no los tenía, era muy feliz), pero todo eso que se iba tragando al final le reventó por dentro y no pudo aguantar más, estalló la crisis en su vida, prácticamente de la noche a la mañana su vida pegó un vuelco, pero no se atrevió nunca a enfrentarse a quienes le hacían daño, y siempre lo pagaba con sus padres, con sus hermanos e incluso con su novio y conmigo. No era la Ami de siempre, se conviertió en una antítesis de ella misma.

Todo esto le afectó en los estudios, que prácticamente dejó abandonados, y se encerró en su casa, sin querer ver a nadie, sin salir de su habitación. Me dijo tiempo después que se había desengañado de la gente y que no quería saber nada de la sociedad. Querían hacerle daño y lo consiguieron, querían hundirla y la hundieron, querían destrozar su vida y se la destrozaron. Así corroe la envidia en este país (y fuera de él...).

A raíz de aquello, Ami se volvió más introvertida, apenas hablaba, se despreocupó de su aspecto, y la ansiedad la incitaba a comer, llegando a engordar 32 kilos en menos de un año. Tanto se avergonzaba de su aspecto y de ver que terminó el curso sin haber aprobado ni una sola asignatura (pues ya no es que no se presentara a los exámenes ni que dejara de ir a las clases, sino que dejó de salir a la calle directamente) que no quería que nadie la viera. Estaba tan acostumbrada a sacar siempre excelentes notas que cuando pasó esto se avergonzó de sí misma, empezó a tener miedo a salir de su casa por si se reían de ella, tanto de su aspecto como de su fracaso académico. Todo esto ejerció una gran presión sobre ella, que parecía la chica perfecta, habiéndose convertido en todo lo contrario, y por más que le dijéramos que no tenía de qué preocuparse, que si tenía que repetir curso o apuntarse a un gimnasio que no pasaba nada, ella erre que erre, que qué iba a pensar la gente, que lo mejor era desaparecer y que nadie supiera nada de ella. Resultaba imposible razonar con ella, se descolocó totalmente.

Cogió tal trastorno que sus padres, desesperados, la llevaron a un psicólogo, para lo cual fue difícil convencerla, pues no quería salir de casa. A esto se le añade que, al engordar tantos kilos en tan poco tiempo el cuerpo se resintió y le dieron unos tremendos dolores, sobre todo por la espalda, y apenas podía moverse. El especialista decía que el cuerpo se le había atrofiado a causa del sedentarismo, pasó de ser una chica deportista a ser una persona perezosa sin ánimos de hacer nada salvo llorar, y esto es como el pez que se muerde la cola: si no se movía el cuerpo se resentía, y de los dolores que le daban por esto no se movía, y así sucesivamente... Los padres de Ami la llevaron a varios especialistas médicos para que la curaran de sus dolores corporales, pero lo que les dijeron es que Ami no se curaría nunca de sus dolores hasta que no se curase de la mente, así de fuerte es la psicología del ser humano.

Su novio nos llamaba a mi chico y a mí para contarnos cómo iba Ami, pero siempre decía lo mismo: "Sigue igual, o incluso algo peor. Ya no sé qué más puedo hacer..." Todos nos sentíamos impotentes, no sabíamos cómo ayudarla, y las sesiones con el psicólogo parecían no dar frutos, hasta que dio en el clavo: recomendó a Ami que se fuera de viaje, con su novio o con quien fuera. La cosa estaba difícil porque Ami se pasó prácticamente un año entero encerrada en casa, saliendo únicamente para ir al psicólogo o hacerse pruebas médicas, y casi arrastrada de los pelos porque no había manera de convencerla para que saliera por su propio pie. Yo no estaba muy convencida de que eso pudiera dar buenos resultados, pues, aunque se fuera una semana de vacaciones no la veía yo que volviera recuperada, y de todas formas, cuando volviera se encontraría ante el mismo panorama y no sabía si iba a ser peor el remedio que la enfermedad.

Pero la cosa iba por ahí: por cuestiones de trabajo a su chico lo trasladaron a una provincia contigua, y se llevó a Ami con ella. Ese cambio sí que sería más brusco, un cambio de ciudad y no por un viaje de vacaciones, sino para vivir allí por un tiempo. Al principio Ami fue reacia a la idea de marcharse y dejar a su familia, pero también dejaría sus penas, sus inquietudes, sus malos ratos, su desesperación,... todo quedaría allí. Yo quise convencerla para que se fuera, esa idea me parecía mejor, un cambio de aires siempre sienta bien. Le dije que allí nadie la conocería y no podrían juzgarla si había engordado o si había caído en picado académicamente, por lo que lo único que podría hacer era mejorar, escalar de nuevo la montaña de la vida hasta llegar al pico de la estabilidad. Su madre también parecía reacia a que su hija se fuera tan lejos, pero todos queríamos que se recuperara.

Se instalaron en un piso de alquiler que, según dijeron sus padres, estaba muy bien acomodado y cerca del trabajo de su yerno. Ami se tomó todo un año sabático, no hizo nada de estudios ni de trabajo, pero poco a poco fue saliendo de esa mala racha que estuvo a punto de acabar con ella definitivamente. Yo no fui a verla hasta un par de meses después, y la vi bastante mejorada, había perdido unos pocos kilos, y los ojos los tenía un poco menos hinchados. Aún no quería salir a la calle, pero la vi bastante mejorada con respecto a la última vez que la vi. Su madre iba y venía a menudo, y cuando la llamaba por teléfono para preguntar por Ami me decía que cada vez que la veía se encontraba mejor.

De todo esto hace ya tres años y medio y ahora Ami ha cambiado muchísimo, es como si ahora se hubiera transformado en una tercera Ami: vuelve a sonreír y a estar alegre, pero ya no es tan confiada y al principio se muestra un tanto introvertida; se lleva bien con los vecinos y demás, pero no tiene más relación con ellos, es mucho más reservada. Conmigo incluso ya no es tan abierta como lo era antes, pero nos seguimos llevando bien, aunque por la lejanía ya no nos vemos tanto como antes, y la cosa se ha enfriado un poco, pero no hemos perdido el contacto; me suele mandar algún e-mail contándome alguna cosilla, y alguna vez voy por allí a verla, ya que ella aún se siente incapaz de volver por aquí...

La depresión de caballo que tuvo Ami ya cesó, entre todos hemos intentado ayudarla y ahora Ami ha podido rehacer su vida: hace medio año que ella y su chico se casaron, y la vi espléndida, se quedó tan delgada como lo estuvo antes, y muy sonriente, la cara le había mejorado bastante, se notaba que ya se había recuperado, y os puedo asegurar que esto no se debe a un maquillaje buenísimo, se notaba de verdad. Retomó sus estudios universitarios y lo más seguro es que este año se licencie ya, pero si algo tiene clarísimo es que se queda definitivamente allí a vivir.

Ami lo pasó muy mal, y nos arrastró a todos los que la queríamos, pero se volvió fuerte, salió de su depresión, pero también hay que decir que tuvo suerte al contar con familiares y amigos que la apoyaban, aunque al principio no lo veía así, creyendo que todos estábamos en su contra. Fue la única vez que nos peleamos (más bien, ella se peleó con todo el mundo), pero había que ponerse en su situación e intentar comprenderla para ayudarla. Nunca pensé que viviría una experiencia así con alguien cercano, pero mucho menos que le pasara a una persona como Ami, cuesta imaginárselo, pero así fue, y por suerte ya todo terminó con un final feliz, lo cual demuestra que con fuerza de voluntad y con apoyo se puede salir del pozo y alcanzar la luz que hay al final del túnel...

4 comentarios:

  1. Este tipo de maltratos psicológicos son los que más duelen y afectan, porque es algo que está en tu cabeza constantemente y es dificil de que te convenzan de lo contrario.

    Me alegro de que al final se recuperara y le haya ido todo bien. Al menos sigues en contacto con ella, y eso es bueno :)

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  2. Hola Sakura!!
    Los daños psicológicos son difíciles de curar... uno parece que siempre los tiene en la cabeza, es difícil olvidar; pero me alegra que al final tu amiga haya visto la luz. No me extraña que ahora sea más recelosa con la gente, pero el que vuelva a ser feliz y a sonreir, y a salir a la calle, eso ya vale un mundo.
    Un beso!

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  3. Pobre Ami, me estaba asustando por el rumbo que tomaba la entrada.

    Suerte que al final pudo recuperarse, te juro que he suspirado de alivio al saber que logró mejorar.

    Me sabe un poco mal que tu relación con ella se haya vuelto un poco más lejana, pero mejor eso al carácter que tenía al estar deprimida.

    Ami, si lees esto quiero que sepas que siempre tendrás amistades y familiares que te apoyarán, PASE LO QUE PASE, y que aunque no nos conozcamos, yo mismo te doy todo mi apoyo moral (aunque no es la gran cosa u_u).
    Así que no olvides sonreír todos los días, ¿vale?^^

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  4. Eso es lo bueno, que esta historia tiene final feliz. La he contado porque como habrá más de uno que pase por momentos malísimos y crea que nada tiene solución, la historia de Ami demuestra que es posible salir del pozo, vamos, que he querido crear una entrada con un halo esperanzador para cualquiera que lo esté pasando mal, que vea que hay historias reales que terminan bien.

    Yo con Ami me llevaba genial, pero a raíz de esto y de que ahora vive a más de 100 kilómetros pues la cosa se ha enfriado un poco... bastante. Ya no hay la confianza que había antes, y es una pena, porque ya cuando hablamos son de cosas superficiales, en plan "qué calor hace hoy", y la última vez que nos vimos fue en su boda, hace ya meses, y esto es muy triste, pero hay que aceptar la situación. Por eso, si ha leído su historia en esta entrada será de casualidad, porque yo ni siquiera le he dicho que tengo este blog, y por esta razón no he querido decir su verdadero nombre ni lo que le hicieron realmente para que sufriera de esa manera, para que no se sienta directamente aludida si por azar llega a leer esta entrada, pero basta con decir que la envidia es malísima y puede destruir a las personas que son objeto de esa envidia, nunca te puedes fiar de nadie 100%, ni aun siendo de la familia...

    Muchas gracias por vuestros comentarios y sobre todo por leer, que me salió una entrada larguísima. ^^

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